martes, 31 de enero de 2012

Only a surfer knows the feeling (vol.5)

Volumen 5: 'De espaldas al mar.'

Todo en la vida tiene su principio y su final, desde lo bueno a lo malo, es una verdad innegable.

Se suele salir del agua con dos tipos de cara; bien con una sonrisa de oreja a oreja o bien pálido y desencajado, puesto que has sentido el peligro muy de cerca. A fin de cuentas, una vez en la arena dejas caer la tabla y notas poco a poco como la fatiga suele hacer mella en ti. Es normal, nadie ha dicho que esto fuera coser y cantar pero es un cansancio bonito.
Quitarte el traje suele ser bastante tedioso. Cuantas más precauciones tomes para que no se te llene de arena... más arena va a coger. Te cambias y contemplas el mar con una sensación de morriña, pensando en cuando volverás a meterte.

El buen ambiente suele reinar siempre tanto en el agua como fuera de ella, así que es normal que la gente te salude y se despida de ti aunque no te conozca de nada. Es raro pero a su vez lógico, todos los que estamos allí, notamos esto que llaman surf/body, como algo nuestro, es algo que está anclado en nuestro interior con una fuerza y una determinación sublimes.

Ya en el coche, contemplas de nuevo el agua, vuelve a sonar la música y te dispones a seguir tu día a día una vez más... como una vez más volveré a estar de espaldas al mar, saliendo del agua con una sonrisa de oreja a oreja a pesar de haber notado el peligro en mi piel.

Para terminar estos 5 volúmenes, en los que he tratado de explicar cómo siento el surf y todo lo que lo que lo rodea, no veo mejor manera que escribiendo una frase que luce en una de mis camisetas, que como anillo al dedo, puede resumir el sentimiento a modo de fin, de una jornada en el agua:

"On a life boat; salin' home; with our drunken hearts & our tired bones.- Free!"

--FIN VOLUMEN 5 --

--- 'FIN' ---

domingo, 29 de enero de 2012

Only a surfer knows the feeling (vol.4)

Volumen 4: 'El tiempo se detiene a tu alrededor.'

Explicar lo que uno siente dentro del agua, es una tarea muy complicada, la gente que nunca ha experimentado esta sensación, no logrará hacerse una idea real de lo que es; en cambio, la gente que sí lo ha hecho, sabrá de lo que hablo. A fin de cuentas, estas son sólo mis sensaciones.

Como ya dije, en el agua, uno no es nada; es algo de lo que te das cuenta nada más meterte. Puede parecer que las condiciones son óptimas, pero una vez dentro ver que de óptimo no tiene nada.

La sensación es la de una mezcla entre la furia de la naturaleza, del mar, en todo su esplendor, combinada con una relajación mental pero a su vez un estado de alerta constante. Si te confías date por perdido.

En las primeras remadas, sorteando las olas espumosas, débiles, pero que te pueden impedir avanzar, uno entra en 'calor', buscando la mejor entrada, con paciencia, para coger una buena serie de olas y disfrutarlo al máximo. Personalmente adoro hacer el pato ( básicamente bucear con la tabla, para evitar que la fuerza de la ola te empuje hacia la orilla. ); es cuando te empiezas a dar cuenta de lo espectacular que es ésto. Allí, sumergido mientras la ola te pasa por encima, observas que oscurece durante menos de un segundo, ¿ qué ha pasado ? Sencillo, una ola de x metros ha pasado por encima tuya apagando la luz del sol momentáneamente.

Todo se une en una sinfonía maravillosa: el sonido de las olas al romper, los 'bamboleos' sentado en la tabla, esperando la serie idónea, el olor a mar, el sabor a sal, el viento en la cara... no existen términos que puedan ejemplificar de una manera fiel lo que uno siente. Simplemente, para mí, es algo único, impagable y vital en mi vida.Remar para coger la ola, notar que la fuerza de la misma te empuja, tensar los brazos, subirte, disfrutar de esa sensación, con una ligera presión de tobillo girar...hostiarte. Nada importa.

Si a veces, cuando una ola es traicionera y te rompe en la cara, y te hace la temida lavadora, cuando ya llevas un tiempo "disfrutas", y lo pongo entrecomillado, del meneo que te regala, protegiéndote la cabeza, pero al menos yo, en calma espero a que esa violencia cese y sales a la superficie tranquilo, pero con ganas de más.

Hay días en los que te pasas subido a la tabla esperando una buena serie, hay días en los que el mar te maltrata, no te deja llegar a una buena zona, no deja de abusar de ti. Hay días en los que coger una ola es imposible. Días en los que remando ves como se acerca una ola enorme, y durante un segundo dudas; remas con fuerza para poder pasarla antes de que rompa, remas con toda tu energía, y si bien a veces eres capaz de pasarla por los pelos, con un subidón en el estómago, digno de una montaña rusa, otras te rompe y ahí...precisamente ahí te das cuenta de que no eres nada ni nadie, el impacto, normalmente brusco, hace que pruebes en tu cuerpo la fragilidad con la que estamos hechos. Otras veces, aún pasándola, el mar te obsequia con otro monstruo de considerables dimensiones y de esa no pasas. Y vuelta a empezar.

Siento especial devoción por surfear cuando llueve, es algo mágico. El sonido del mar mezclado con el sonido de las gotas de lluvia al entrar en contacto con el agua. Las gotas saladas del mar correteando por tu cara a la par de las gotas dulces de la lluvia. Aún hace poco tuve el privilegio de poder coger olas con una granizada de órdago...allí estaba yo, callado encima de la tabla, contemplando el inigualable espectáculo del que era un mero actor secundario...secundariamente feliz.

También he tenido la suerte de poder surfear una vez de noche; con luna llena, peligroso...sí, ¿mereció la pena? También. Sentado en mi tabla podías ver la luna, iluminando con todo su esplendor la playa.

En momentos así el tiempo se detiene, de noche, de día, con frío, con calor, con más frío aún, llueva, granice o haga sol. Cuando te das cuenta ha pasado más tiempo del que te imaginas y junto con la fatiga y/o la hipotermia, hace que tomes la decisión de remar hacia la orilla; triste, puesto que la sesión ha terminado, pero a la vez feliz... es lo que tiene.

-- FIN DEL VOLUMEN 4 --

viernes, 27 de enero de 2012

Only a surfer knows the feeling (vol.3)

Volumen 3: 'Respirando profundo con las pupilas dilatadas.'

Se suele tardar unos segundos en volver a la realidad, en darte cuenta que ya has apagado la música y que has parado el motor del coche. Allí estás aparcado en la playa observándolo todo.

Es en ese preciso momento cuando sales del coche y lentamente, como disfrutando de cada paso que das, te acercas a la arena para ver la situación del mar...y allí te quedas unos minutos, mirando como rompen las olas, notando la fuerza del viento, mirando al cielo y con la palma de la mano acariciando el viento para saber si sopla con intensidad y hace menos o más frío del que tienes.

Una vez observado, con las pupilas en tamaño XXL el estado de la mar, te das vuelta y vuelves al coche, analizas, normalmente durante ese trayecto, si es conveniente meterse, si lo que vas a hacer es una locura, un suicidio, una inmolación. Suele ser una decisión difícil; por un lado tu cuerpo te pide enfundarte el neopreno y meterte en el agua sin importar el tipo de condición, la cabeza te suele decir lo contrario, te suele infundir una dosis de miedo, de respeto, de temor. Hay días en los que te pasas debatiendo apoyado en la valla de madera si meterte o no, qué hacer. Por ahora, he hablado de lo que te pide el cuerpo, de lo que te dice la cabeza, pero el detonante suele ser el corazón. Por mucho que la cabeza te diga que es peligroso, si te das cuenta que tu corazón late más deprisa de lo habitual es por algo, a veces te juega malas pasadas y esa sesión idílica se convierte en la peor de tus pesadillas; otras, en cambio te da el empujón necesario para disfrutar de una sesión increíble.

Si uno opta, que suele ser lo más habitual, por meterse, el ritual es bastante sencillo. Básicamente podemos decir que consiste en desnudarse a la intemperie, ponerse el bañador, la lycra, y el neopreno. Tiene el plus que si hace frío, podrás escuchar quejas e improperios constantemente, amén de gritos agudos y sollozantes. Si además llueve, ponerse el neopreno puede ser una ardua tarea.

Una vez que uno se pone elegante con el neopreno, sacas la tabla de la funda, miras si la parafina es la suficiente o necesita ser limpiada y ponerle una capa nueva, guardas todo y cierras el coche; llave guardada en el neopreno o en el bañador para evitar sustos y a la arena.

En la arena uno estira y calienta, algo básico, puesto que el riesgo de calambres o de lesiones musculares es alto. Yo además tengo una pequeña manía, una vez calentado, y antes de meterme en el agua, suelo coger un puñado de arena y lo dejo caer lentamente, quedándome hipnotizado durante esos segundos, concentrándome y despejando mi mente...puede que sea una tontería pero ahí es cuando me doy cuenta que estoy respirando profundo, con las pupilas dilatadas y con una pequeña sonrisa en la cara que deja entrever que estoy a punto de hacer una de las cosas que más me gustan en mi vida.

-- FIN DEL VOLUMEN 3 --